El molino y la minería
Los profesores Fermín Rodríguez Gutiérrez y Rafael Menéndez Fernández, en el Tomo IV de la “Geografía de Asturias", (Editorial Prensa Asturiana 1.992), escriben:
“La personalidad del concejo de Aller queda conformada por su situación en el corazón de la cordillera y su vinculación a la minería. El concejo se especializó en la extracción de recursos mineros, pero sería erróneo interpretar Aller como el resultado exclusivo de la impronta minera, al contrario, su cultura y paisaje son el resultado de la incorporación de las formas mineras a un sustrato tradicional rico, complejo y vigente".
Los procesos de industrialización se inician en el concejo a mediados del siglo XIX. Las primeras referencias a explotaciones mineras en Aller datan de 1856. En el año 1892, el Marqués de Comillas constituye la Sociedad Hullera Española y con ella el inicio de la explotación intensiva de los recursos. Dicho proceso va parejo a transformaciones agrarias, lentas, tanto de los sistemas de cultivo como de la aparición de nuevas necesidades vinculadas a la industria minera.
El molino fue un testigo y actor privilegiado de ese proceso. Se ubica a solo 1 Km. de distancia de Moreda y es allí donde se sitúan los principales minas, que en ese momento son minas de montaña, en concreto el Grupo de Marianes y también en la localidad de Güeria, con la mina La Leoncia, situada en las proximidades del molino. Posteriormente al agotarse estas minas se profundizan pozos como el de San Antonio y el de Santiago.
Coincidiendo con la eclosión de las labores de minería en la zona, en el año 1930, Adela Pando estableció un acuerdo con la Sociedad Minera "Hullera Española" para proporcionar harina de maíz y de cebada para el pienso de las mulas y bueyes que en ese momento se utilizaban para el transporte de carbón en las labores de minería de interior y exterior. Este contrato es el que permite que Adela Pando, asuma el riesgo económico que suponía la adquisición por cinco mil pesetas de una nueva turbina y hacer obras de rehabilitación y ampliación del antiguo edificio del molino. Debido a las nuevas necesidades y coincidiendo con la crisis de la siembra de escanda, se sustituye el rabil existente por una muela, pasando desde esta fecha hasta el día de hoy a disponer de dos muelas.
Esta actividad casi industrial precisaba de un local amplio y de ahí la superficie del molino de casi 25 m², para almacenar primero el grano y después la harina.
La molienda para la empresa minera "Sociedad Hullera Española", Grupo de Marianas, se retribuía en ocasiones en dinero en razón a las cantidades de grano molidas, mientras que en el caso de los particulares siempre se utilizaba la "maquila".
En colaboración con el Ayuntamiento de Aller y en concreto con la ayuda de personas formadas como Guías Turísticas, se han desarrollado visitas guiadas sobre Patrimonio Industrial Minero, a los edificios e instalaciones que aún se conservan de la minería de carbón, en la zona de La Campueta y El Planón en La Maravilla, pertenecientes a la otra gran empresa minera de la zona, la Sociedad Industrial Asturiana, para conocer los restos de las bocaminas, el edificio de lampistería, puentes, escombreras, tolvas-cargaderos de carbón, vías del ferrocarril minero, compresores, planos inclinados, etc., fácilmente visibles siguiendo el recorrido de la Senda Verde del Río Negro.
Allí están, camino de La Campueta y de La Maravilla, los restos de las antiguas minas de la Sociedad Industrial Asturiana, testimoniadas en un bloque de piedra tallada a modo de escudo con la lámpara y la pica de mina; bocaminas; edificios que fueron talleres; zonas de huerta donde antes hubo plazas de maniobras y talleres; el compresor de ventilación para meter aire al interior de la mina; pequeños surcos en las laderas, son los "pisos" de las minas de montaña; enormes y sólidas pilastras que sostenían el antiguo puente de hierros sobre el rico; interesantes construcciones en hormigón y ladrillo visto, son los cargaderos; el plano inclinado para trasportar el carbón; la montaña del Picu Cabramoza, a la que se refería nuestro padre Silvino, vigilante minero, como un gran "queso gruyere", para que entendiésemos que toda ella se halla minada y vaciada de carbón; mas allá, un pequeño travesal, abandonado después de que una explosión de grisú acabase con la vida de varios mineros.
Desde hace años, no circula la máquina de tren que atronó nuestra infancia con sus silbidos y teñía el aire con su humo, ni se oye el ruido de los vagones, ni se reparten lámparas para entrar en la mina, pero quedan personas dispuestas a darnos a conocer una memoria oral de aquel tiempo y de aquel mundo, para que nunca muera en el olvido.
En la misma finca en la que se encuentra el molino volvemos a encontrarnos con restos de minería, dos bocaminas de La Leoncia y una trinchera para el transporte del carbón, en este caso pertenecientes a la Sociedad Hullera Española, pero de momento su recuperación desborda las posibilidades e intenciones de este proyecto.